A la manera del agua que se extiende en círculos concéntricos, nuestra conciencia debe extenderse en oleadas sucesivas de asociaciones. El pequeño haikú es un mundo de resonancias, ecos y correspondencias:
El paisaje no puede ser más nítido. Mediodía en un lugar desierto: el sol y las rocas. Lo único vivo en el aire seco es el canto de las cigarras. Hay un gran silencio. Todo calla y nos enfrenta a algo que no podemos nombrar: la naturaleza se nos presenta como algo concreto y, al mismo tiempo, inasible, que rechaza toda comprensión. El canto de las cigarras se funde al callar de las rocas. Y nosotros también quedamos paralizados y, literalmente, petrificados.
Sendas de Oku
Matsuo Basho
Traducción: Octavio Paz.
México, 1954.
1 comentario:
como ya te he dicho, me encantan los haiku, porque tienen esa virtud de decir cosas bellas y profundas en pocas palabras,... casi sin palabras ... ya ves, no se necesita un largo discurso para decir lo que realmente queremos decir...
muchos besos!!!
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