17 septiembre 2008

Eros y Psique

Este verano tuve la suerte de poder contemplar la escultura en vivo. Las fotografías nunca le podrán hacer justicia (no lo digo por el fotógrafo, que era mi hermano).

Cuesta trabajo imaginar que alguien pueda mirar con tanto amor como lo hace Eros a su amada Psique y resulta más difícil todavía plasmar este sentimiento como lo hizo el escultor Antonio Cánova.

Me tomo la libertad de explicar un poco la historia de los protagonistas:

Eros era el dios del amor e hijo de Afrodita. Su misión era infundir este sentimiento en el corazón de los seres humanos. Los romanos le llamaron Cupido.

La más bella historia de Eros la constituye su amor por Psique, una hermosa doncella que representaba al alma humana. Cupido se la llevó a su morada, pero siempre la visitaba de noche y en la más completa oscuridad.

Curiosa y mal aconsejada por sus hermanas, cuando Eros estaba dormido, prendió una lámpara para ver su rostro, cosa que Eros le había prohibido hacer.

Deslumbrada por su belleza, se acercó para verlo mejor, derramando sin querer una gota de aceite sobre la cara de su amado. Ofendido, Eros se alejó de ella, por lo que Psique, arrepentida, vagó por toda la tierra en su búsqueda, realizando las más complicadas pruebas que Afrodita le impuso para obtener el perdón de su hijo. Finalmente, Eros se conmovió y la perdonó, y Zeus le
concedió la inmortalidad, viviendo desde entonces con Eros en el Olimpo.De la unión de ambos nació Volupia (la voluptuosidad)



Eros y Psique
Antonio Cánova
Museo del Louvre

2 comentarios:

El Invitado dijo...

Gracias por visitar mi blog, me legro de que te haya gustado, ya sabes que estás invitada cada vez que te apetezca y por supuesto acepto sugerencias y críticas constructivas.
Veo que ha comenzado con el tuyo hace muy poquito, tiene buena pinta y esta entrada me gusta, no conocía la historia de Psique.
No me enrollo mas, un beso desde Valencia (pero que conste que soy cordobés).

El Invitado dijo...

Bueno, eso de hace poco me lo voy a tragar, es que soy un pelín despistado.